Prometheus se siente mejor que se piensa. Habla por su fotografía, bella, pero siempre fría, gris. Habla a través de una dimensiones apabullantes, como hablaban las estatuas de los dioses ante los hombres. Y su discurso es alto, claro, imponente. Pero también duro, nada complaciente, desolador… Apenas deja resquicios para que se cuele algo de luz, pero los deja.
El problema es que el mensaje se resiente cuando se interponen las palabras y peor, los personajes. Hay demasiadas escenas que piden haber sido mejor maduradas. Se echan de menos más detalles como la pasión cinéfila del David de Fassbender, y me sobra tanta comparsa. Que sí, que a veces entretiene, pero a veces molesta.
No será el hito que pudo ser, pero tiene un encanto innegable.
Assassin 